Requisitos para entrar en mercados globales

La empresa argentina apuesta fuerte a escala local pero, con presencia en cinco continentes, debe adherirse a rigurosas normas internacionales en lo que a inocuidad alimentaria se refiere. Cuentan con la ayuda de DNV para hacerlo.
Fundada en 1951 en Arroyito, Provincia de Córdoba, Arcor es una de las empresas nacionales que no necesitan introducción. Una de las más grandes del país, líder en la elaboración de golosinas, galletitas, chocolates, helados y productos de alacena, tiene proyección internacional en cinco continentes. Entusiasma un poco saber que los caramelos de miel que se compran sin titubear en el quiosco local puedan ser adquiridos, con la misma naturalidad, en mercados alejados y por culturas diferentes.
Ana Lina García Varela es gerente corporativa de Seguridad Alimentaria de Grupo Arcor. Explica que cuentan, en la actualidad, con varias certificaciones: algunas más generales (como la básica ISO 9001 de sistemas de gestión de calidad) y otras más especificas como ISO 14001 (de gestión ambiental) o ISO 22000 (de seguridad alimentaria).
“En lo que es seguridad alimentaria hemos aplicado los requisitos de varias de las normas reconocidas a escala mundial, donde la mayoría de las plantas tienen certificación BRC (British Retail Consortium). En nuestro sector se da una situación particular porque las grandes empresas de alimentos y cadenas de supermercados están exigiendo a sus proveedores que certifiquen alguna de las normas de seguridad alimentaria homologadas por Global Food Safety Iniciative (GFSI) para poder considerarlos aprobados y aptos para abastecer sus plantas. La GFSI es una iniciativa impulsada por las empresas para la mejora continua de los sistemas de gestión de seguridad alimentaria, con el objetivo de garantizar la confianza en el suministro de alimentos inocuos a los consumidores de todo el mundo”, explica García Varela.
Para lograr estas certificaciones se vale de la empresa DNV. “Lo que priorizamos para definir la certificadora es que se trate de una empresa reconocida mundialmente y que nos brinde un servicio de excelencia. Nuestro objetivo es que las auditorías agreguen valor a nuestra gestión, por eso es fundamental que los auditores nos aporten su expertise en la detección de oportunidades de mejora”.
Esto explica, de alguna manera, por qué las certificaciones –al menos en el sector de alimentos– han crecido tanto. No tiene que ver solamente con el cuidado de las empresas de cara a sus consumidores, sino también con un imperativo internacional para poder entrar a mercados más exigentes. “La inocuidad es un requisito básico no negociable si se pretende tener un negocio sustentable, porque lo que está en juego es la salud del consumidor. Pero además es probable que la exigencia de las grandes empresas de alimentos y de retail que adhieren a GFSI pueda haber generado un incremento en las certificaciones, y es muy probable que siga esta tendencia”, pronostica.

Un esfuerzo que valió la pena

Las certificadoras no se cansan de repetir que el grueso de la inversión no está en la certificación sino en la implementación del sistema con antelación. Arcor no fue una excepción. De hecho, al ser una empresa de gran magnitud, debió hacerse gradualmente. “A principios de los 90 comenzamos el aprendizaje de implementar los requisitos de las normas. Con el tiempo lo fuimos optimizando para que el cumplimiento se encuentre integrado a nuestro trabajo cotidiano. Un paso fundamental fue la creación del Sistema de Gestión Integral (SGI), en el cual los estándares de las normas implementadas son la base, y están aunados en un único sistema que nos permiten evaluar cada proceso con una mirada integral y no como compartimentos separados. La cultura organizacional fue incorporando estos conceptos a medida que se vieron los resultados: era posible trabajar mejor, más seguros y minimizando pérdidas”, describe.
Costó. “En los primeros años de la certificación cada auditoría externa demandaba mucha preparación, pero con el paso del tiempo se vive con naturalidad. El secreto para que no sea difícil el mantenimiento es que realmente la gestión de la planta esté basada en el cumplimiento de los requisitos”, aconseja García Varela.
Dio resultados. En Arcor mejoraron los procesos y aprendieron a trabajar de forma ordenada y estandarizada. Esto les permitió reducir pérdidas, minimizar defectos en los productos y generar más satisfacción en los clientes.

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